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sábado, 11 de septiembre de 2010

Año Nuevo



El año, en realidad, no termina el 31 de diciembre y tampoco empieza el 1 de enero. El año, en realidad, termina el 31 de julio y empieza en algún momento indeterminado entre el 1 y el 15 de septiembre.
Agosto es el tiempo sin tiempo...

Nos hemos tomado unas vacaciones a medias, volvimos de Galicia, tuvimos la casa llena de gente, nos fuimos a Benicassim, al encuentro de ALE. No hay fotos, porque hoy hace un año perdí la cámara y no me molesté en comprar otra. Estuve mucho con Selva, con Nely, con Natalie y con Rosa. Pasamos por Castelldefels, Rosa nos invitó a su casa.

Y, de vuelta a casa, a punto para empezar el "Año Nuevo" cuando todos celebran la vuelta al cole, me siento a la terraza de un bar y todas a mi alrededor están hablando de los preparativos para el cole. Paso por delante de la escuela infantil y las madres que salen de la reunión de inicio de curso se quedan petrificadas cuando me ven. Soy un fantasma para ellas, imagino que se sienten cuestionadas. Pero yo pongo mi mejor sonrisa, saludo y digo algo a los niños... algo que no esté relacionado con el cole, sino con el verano, o con su camiseta de Spiderman o con lo divertido que sería si volvieran a empezar las fiestas patronales y las calles volvieran a llenarse de gente, caballos y avellanas.

Hoy celebramos la libertad.



domingo, 30 de mayo de 2010

¿Hasta cuándo?



Voy a generalizar, aunque conozco los peligros que conlleva.

¿Qué piensas hacer? me preguntan. Y lo preguntan convencidos de que ya conocen la respuesta.


Algunos creen que en septiembre Damián empezará P5; lo que "le toca".


Otros piensan que voy a esperar hasta Primero de Primaria, porque yo siempre insisto en que la ley dice que la escuela infantil no es obligatoria.


Y otros, que creen conocerme mejor (o que tienen ganas de carnaza para sus momentos de cotilleo) esperan que les conteste algo así como "¡Nunca jamás! ¡Líbreme Dios! ¡Antes muertos que escolarizados!". Éstos se llevan un chasco, porque yo les digo que Damián irá al cole cuando quiera, si es que alguna vez quiere. Ellos suelen confundir el "cuando quiera" con el "cuando lo pida", que no es lo mismo aunque puede sonar parecido. Los niños a veces piden cosas que no quieren, no me preguntéis por qué, porque no tengo ni idea, pero lo hacen. De todos modos, sinceramente digo que me sorprendería muchísimo que me pidiera ir al cole.


Algunos se (me) preguntan por qué este empecinamiento "mío" en no llevarle (todavía) al cole. Bien, me gustaría que no olviden que el niño tiene un muy mal recuerdo de su experiencia escolar. Y hay cosas que no se olvidan tan fácilmente.


Así que la respuesta al "¿hasta cuándo?" es un "ya veremos".










jueves, 12 de noviembre de 2009

Primer aniversario



Hace un año tuvimos un problema con el cole. Fue solo la gota que colmó el vaso. Casualmente, y después de dos años de búsqueda infructuosa, conseguí contactar con una familia homeschooler de la isla. Los llamé y los visitamos un miércoles por la mañana, 12 de noviembre. Esa visita, confieso, me dió el empujón definitivo que me faltaba.

Una semana después, Ana apenas podía creer que Damián no hubiera vuelto a la escuela.

Hoy, cumplimos un año. De libertad.


sábado, 3 de octubre de 2009

Respuestas para Cristina



Lo que más me gusta de Facebook es que te permite retomar el contacto con gente de la que llevas años sin tener noticias. En mi caso, me he reencontrado con casi todos los niños que veraneaban en mi calle y con los que pasaba el día jugando, de sol a sol y algo más...

A una de ellas la recuerdo especialmente por su afición a la lectura. Creo que éramos las únicas; no las únicas que leíamos, supongo, pero sí las únicas que hablábamos de libros. Resulta que ahora Cristina es profesora. Pasó por este blog y me dejó algunos comentarios que siguen esperando respuesta. Como su aportación es extensa y no quiero dejar nada sin contestar, voy a hacerle un fisking:


1. Sí, los niños en casa aprenden más rápido que en clase. Es lo que tiene estar en un entorno en los que no todos tienen las mismas capacidades. Como el mundo mismo. En el mundo no todos tenemos las mismas capacidades, cierto, pero en el mundo -en la vida- cada uno es libre de buscar el lugar en el que se siente cómodo, útil, activo, vivo... Eso no sucede en un aula. En un aula, no todos tienen las mismas capacidades, cierto, pero no son libres de reubicarse. Es una diferencia bastante importante; fundamental, más bien.
Pero este argumento sería muy peligroso. También las niñas aprenden más rápido en un colegio de chicas, no por eso es acertado separarlas, verdad?
No sé si las niñas aprenden más rápido, dudo que pueda generalizarse; tampoco sé si es acertado separarlas o no. Lo que es imposible es conseguir un aula de 5, 10, 15 o 30 niños que aprendan al mismo ritmo.
En el mundo hay chicos y chicas, y gatos, pájaros, árboles...En un aula auténtica (aquella que es sagrada para su profesor) los alumnos colaboran entre sí para aprender. El alumno con capacidades, aunque sea muy pequeño, AYUDA a los demás a que aprendan también. En un aula no sólo reciben conocimientos, ayudan a construirlos, a que circulen, a hacérselos accesibles a los demás. A regalárselos, incluso. Rodeados de compañeros (y de profesores) más y menos listos, los niños aprenden que aprender (redundancia a propósito) es sinónimo de colaborar y participar.
Describes un aula ideal que poquísimas veces se refleja en el mundo real. Muchísimos niños homeschoolers pasaron antes por aulas... que no tenían nada que ver con la que tú describes. No digo que no existan, ojo, pero sí creo que es imposible conseguirlas mientras tengamos la legislación que tenemos (en España, al menos) con currículo impuesto, plazos impuestos, sistemas de evaluación impuestos, metodologías impuestas. Conozco profesores que querrían un aula como la que describes pero que topan con el muro de la burocracia y la adminsitración. Conozco, también, colegios que se preocupan más por conseguir sellos de calidad que por conseguir la calidad misma.
¡Hay niños tan generosos! Quizás tu niño salga ganando en casa, pero ¡cuánto pierde un aula sin él, sin su voz! ¡¡Ni te imaginas cuánto perdió él cuando estuvo en un aula!! Como podrás suponer, la desescolarización no es una decisión que se tome a la ligera... Y lo que el aula pierde sin su voz, junto con lo que él hipóteticamente podría ganar, pesa infinitamente menos que todo lo que él perdió en su tiempo de escolarización.

2. Los niños por supuesto que no se aburren en la escuela. Discrepo bastante en este punto. Incluso niños a los que, en principio, les gusta la escuela, cuando pueden elegir, eligen no ir. Pero quizás es sólo que no conozco a eso niños afortunados que tú conoces. O no más que en otros lugares. De nuevo, como el mundo mismo. Sólo se aburren los aburridos. Un aula es el lugar con mayor intensidad vital que conozco. ¿Intensidad vital? 20 niños de la misma edad, sentados ante sus cuadernos, escuchando al profesor, guardando un silencio impuesto, contestando sólo a lo que se le pregunta y, quizás, atemorizados por el miedo al ridículo, al fracaso o a que sus ideas no sean aceptadas, ¿dónde ves ahí la intensidad vital? Repito, es sagrada. Un aula auténtica, por supuesto. El voltaje es tan fuerte que a mí se me escapaban a menudo las lágrimas. Por no hablar del humor y la ironía. Un buen colegio es aquel en el que a cada rato parece que habría que reírse. ¿Cómo va a ser aburrido un lugar en el que es posible (todavía) decir y hacer cosas que no pueden decirse en ningún otro lado? Insisto en que no es el caso de las escuelas tradicionales y conservadoras.
Dime de qué tipo de escuelas estamos hablando. ¿Qué porcentaje de escuelas no son tradicionales y conservadoras? Porque hasta en el más progre de los colegios públicos hay que pedir permiso para hablar y para ir al baño y se repite incesantemente aquello de "eso ahora no toca" cuando un niño dice o hace cosas que no puede decir en ningún otro lado (salvo en su casa, por supuesto). Las escuelas que no son tradicionales y conservadoras, en España, ni siquiera son consideradas como "escuelas" por la adminsitración. Las llamadas "escuelas libres" se configuran, en su mayoría, como asociaciones de padres y ningún niño sale de allí con un título bajo el brazo.

3. No quiero defender lo de la "S de A", pero creo que un aula es una sociedad en pequeño. Un aula no tiene nada que ver con una sociedad. Un aula tiende a la uniformidad, se conforma de individuos de la misma edad a los que se obliga a ir al mismo ritmo, a los que se les ahogan las pasiones y los intereses, a los que no se permite tener iniciativa. Y, lo peor de todo, es que no han elegido estar allí.
Y hay mucha política en juego en esa mini-sociedad. Es fantástico verles cómo se inventan a sí mismos en el seno de esa sociedad. Cómo eligen el lado luminoso o el lado oscuro. Lo que son, lo que van a ser. Y hay muchos profesionales de la enseñanza que lo darían TODO y que se dejan la piel para que escojan el lado luminoso, para que elijan, en definitiva, ser futuros buenos colegas, jefes, amantes, hijos, amigos, padres... Y muchísimos otros -repito, muchísimos- demasiados, que no se dejan la piel porque tienen alma de funcionario, no de educador.

El director de mi colegio, que es el mejor pedagogo que conozco, nos recibía el 15 de sept. con el siguiente discurso. "Hay niños que se levantan el lunes y dicen: vaya, lunes, qué rollo. No quiero ir al colegio. Y hay niños que se levantan riendo y dicen: qué bien, la vuelta al cole." Luego nos preguntaba "¿a qué grupo pertenecéis? A mí me gustaría que al segundo. Que nunca nunca dijeráis "hoy, vaya, lunes" A mí me gustaría que os comierais la vida, con alegría, siendo siempre diferentes. Yo os invito a que este año, este curso, os comáis la vida. Nos comamos la vida. Y os quiero a cada uno diferente. Queremos que seáis el mejor de todos los niños posibles que podéis ser.

Lo más emocinante, Lau, fue cuando pasé a ser profe. Era el mismo discurso. No decía: "No más "vaya" es Lunes. Este año, este curso, nos vamos a comer la vida juntos" Y si queremos niños diferentes, neecsitamos profesores diferentes. Es maravilloso ver que aún quedan algunos profesores con ilusión pero, como te decía antes, tenéis las manos atadas. De las facultades no sale gente con vocación educadora; sale gente que quiere un buen horario y un buen sueldo, que no tiene espíritu crítico y que, en el peor de los casos, no se toma la molestia de conocer a sus alumnos. Y añado una opinión -elección- personal que es fruto de una profunda reflexión y de un buen puñado de experiencia vital en cuyos detalles no voy a entrar: aunque encontrara un aula como la que describes, no llevaría a mi hijo a menos que él quisiera ir. Me encantaría conocer más detalles sobre tu vida profesional. Saber en qué tipo de colegio enseñas, qué enseñas, qué métodos utilizas y qué edades tienen tus alumnos.

Quiero darle las gracias públicamente a Cristina por los comentarios que dejó, por la forma apasionada en que habla de su profesión y por ser tan respetuosa con nosotros a pesar de no compartir nuestra visión. Raramente pasan por aquí profesionales de la educación o, si pasan, no dejan huella. Quiero invitar, también, a todos los profesores y a todos los homeschoolers a continuar este espléndido debate.

Suprimir

martes, 25 de noviembre de 2008

Desescolarizándonos




A punto de celebrar el primer aniversario del blog, resulta que llevamos, casi sin darnos cuenta, dos semanas fuera del sistema.

Me nutro de las experiencias de las blogueras que empezaron a educar en casa antes que yo y que saben cómo y cuando dar ánimos. También Ana y Natalia, dos madres homeschoolers que viven muy cerca de aquí y que se han prestado a cuidar a Damián los días que no puedo llevarlo conmigo al trabajo. El libro de Tammy se ha convertido en imprescindible, temo que pronto se deslome de tanto uso como le doy. La web y los mails de Sandra son también fuente inagotable de ideas, fundamentos y motivaciones, así como la Radical Unschoolers Network.

En tan sólo dos semanas he tenido cantidad de altibajos. ¿Estaré haciendo bien? ¿Me pedirá volver al cole? ¿Me condenarán mis vecinos al ostracismo? ¿Podré seguir trabajando y rindiendo todo lo que debo rendir para subsistir? Las preguntas son muchas y la respuesta, sólo una: una cálida sensación de estar en el camino correcto disipa mis dudas y mi nerviosismo inicial.

La gente está siendo bastante comprensiva, sobretodo porque hemos tenido problemas con el colegio. Si no hubiera sido por esos problemas, imagino que otro gallo cantaría... El caso es que no hay mal que por bien no venga.. La gente no sólo lo entiende sino que me apoya. Además, todos sabemos que la educación infantil no es obligatoria... Y Damián no pide volver al cole. La directora me preguntó que qué le he dicho, que cómo le he explicado que ya no va. No le he dicho nada porque no ha preguntado nada. Simplemente, he actuado con naturalidad. Nunca le dije: "hoy no vas al cole"; nunca le dije tampoco "ya no vas más". No. Ha sido todo mucho más sencillo. Fluir...

A la directora y a la maestra les dije que me estoy planteando desescolarizar, pero que no quiero precipitarme, que, por tanto, me tomo lo que queda de trimestre para pensarlo y que en enero ya tomaré una decisión y se la comunicaré.

Antes me habían dicho que, si le dejaba faltar al cole cuando no quería ir, estaba permitiendo que el niño tuviera la sartén por el mango; que los niños saben cuando se han hecho con el poder y que, obviamente, lo usan en nuestra contra. Obviamente. Todos sabemos que los niños son malos por naturaleza ¿no?

El caso es que, en tan solo dos semanas, a Damián le ha cambiado el carácter: está más relajado, feliz, más cariñoso incluso, habla más y se muestra más curioso. Hace muchas preguntas, del tipo: "ahora que los árboles se han quedado sin hojas, ¿dónde dormirán los pájaros?" o "¿por qué no siempre te gano a las damas y al dominó?" o "¿por que el cero es ninguno?". También hace planes de cómo será nuestra vida en un futuro próximo: cuando esté terminado mi despacho, con una zona habilitada para él; cuando por fin nos mudemos a la casa de la playa (ha decidido que comprará una cabra, que tendremos huerto, adoptaremos un gato y luego buscaremos un papá y un hermanito. De acuerdo con todo, excepto lo del papá, jajaja).

Ahora somos más familia.
Ahora es más ÉL.
Ahora está SIENDO, por fin.
 
 
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