Hay días que son de punto y aparte. Salto de línea y empiezas un nuevo párrafo, continuando con el anterior.
Yo, ayer, tuve un día de punto final. Final definitivo. Dimití de mis cargos en la Cruz Roja e, incluso, solicité mi baja como voluntaria. He dejado un esplai con casi treinta niños que estaban acostumbrados a una educación conductista. Espero haber aportado algo en ese aspecto.
Cuando das tu tiempo, tiene que valer la pena y tienes que darlo a alguien o a algo que lo merezca. Imagino que en todas las grandes instituciones pasan cosas parecidas, pero quisiera creer que no es así. En Cruz Roja he sufrido ataques personales varios y continuos boicots a todo intento de cambio, de progreso, de hacer más cosas y cosas nuevas y diferentes. Hay gente que se estancó en el siglo diecinueve, o por ahí, y se han enquistado, creo que definitivamente. Podría echar sapos y culebras por el teclado, ahora mismo, pero no cal. Ahora, en vez de dedicarme a los hijos de los demás, me dedicaré, todavía más, al mío.
Recupero mi tiempo y mi energía, supongo que debería celebrarlo.