lunes, 11 de octubre de 2010

XXII edición del carnaval de blogs de homeschooling: ¿Somos anti-escuela?

La pregunta era si somos anti escuela. Por qué sí o por qué no. Qué es lo que no nos gusta de la escuela, qué es lo que nos gustaría cambiar y cómo habría de ser una escuela para que nos plantearamos llevar a nuestros hijos.






Ketty, desde Mariposas Multicolores, nos dice que ella no es anti-escuela y que, de hecho, es profesora vocacional. Ahora bien, tiene muy muy claro cómo sería su escuela ideal: 

Mi marido y yo no somos totalmente anti-escuela. Estamos mas por una escuela mas sencilla, menos rígida en cuanto a horarios, no con tantas horas, con nuestras convicciones morales. Vamos muchos pensarán que de qué mundo he salido, que la escuela es lo que hay ya ya está. Y es cierto, pero también me considero libre como para decidir si quiero hacer uso de ella o no. 



Alana, de Ona de colors, está convencida de que el cole no es para todos:

No tengo absolutamente nada en contra del cole para esos niños que van encantados, lo disfrutan, aprenden... pero no todos somos iguales, por tanto no todos respondemos igual a un único sistema. Ahí es donde veo el mayor problema, la incapacidad de adaptarse al alumno, a su ritmo, a su forma de aprendizaje. Y también a las etiquetas que colocan a los niños.  


Sylvia, en Con la cabeza en las nubes, plantea una iniciativa muy interesante de la que, a mi modo de ver, deberían tomar ejemplo las escuelas de todos los pueblos donde hay niños homeschoolers:



No tenemos nada en contra de los centros escolares de nuestro pueblo,ni de los centros en general. De hecho somos socios de la asociación de padres y nuestros hijos van a actividades en la escuela. Y participamos en las fiestas abiertas al pueblo etc
Sí que podemos pensar que hay muchas cosas que cambiar en el sistema escolar. Desde mi punto de vista hace falta más respeto de los ritmos de los niños, más conocimiento por parte de los profesionales de las etapas emocionales por las que pasa el niño, menos presión a los maestros que sí se quieren tomar en serio esos ritmos.
Rebeca, en Los hijos de Lilith, se declara abiertamente anti-escuela. Y lo cuenta con mucho arte:

Una vez puse un  pulpo en un garaje para ver qué sucedía. El bicho se mimetizó  con el hormigón del pavimento. Efectivamente, se perdía, como reza el dicho popular, pero no por estar fuera de su entorno, sino porque dejaba de ser visible, se fusionaba con el nuevo medio y sus contornos terminaban difuminados y confusos. Probé con otros pulpos, pero ocurrió lo mismo. Cuando gran parte del garaje estuvo invadido por los tentáculos, pensé qué ocurriría si ponía un ejemplar cocido, ya que la frase “Más perdido que un pulpo en un garaje”, no especificaba en qué estado tenía que encontrarse el animal. 


Andrea, de Educando en la casa, ha decidido participar con varias entradas porque el tema da mucho de si. Ésta es la primera:
 
Soy profesora. Profesora de colegio aunque ya no haga clases en ese contexto. Lo soy por profesión y vocación. Me describo a mi misma como animal de aula.
Mi amiga Tati, compañera de oficina y conocedora de mis desvarios educativos, me escuchó ayer dar la charla a los estudiantes de psicología. Me miró y me dijo en coloquial chileno:
Precht, tenis que puro volver a hacer clases
Creo que esa es una respuesta testimonial. Creo aún en la posibilidad de la escuela. Lo creo desde el útero, desde el corazón y la razón.
Pero no está escuela, no LA escuela, única posibilidad de lo educativo. No la escuela del programa moderno. Como a toda invención humana, y aunque no nos parezca posible, la escuela tiene los días contados.

Zinnia, de Biosfera de familia, tampoco es anti-escuela según su definición de "escuela", aunque hay muchas cosas que no le gustan...

Con Fabián estamos de acuerdo en que la escuela es un espacio de aprendizaje e intercambio de saberes. Desde esa perspectiva, el proceso de educación casera es hacer escuela, y trasciende a muchos espacios, momentos y actores. Por lo tanto no somos anti-escuela. No estamos de acuerdo con la metodología por imposición que es la que generalmente se aplica en las instituciones llamadas "escuela".



María, desde Por el roble, el fresno y el espino, cuenta que ella misma no tuvo una buena experiencia en el colegio:

Según avanzamos en esto de la educación en casa, más difícil me resultaría llevarlo al colegio. Quizás sólo lo haría si la situación familiar lo exigiese o si J lo pidiese. Pero que lo pidiese por un motivo que no fuera el recreo, que parece ser lo único que le interesa por ahora del colegio.

Mi experiencia en el colegio es la que en gran medida me ha llevado a la educación en casa. A mí me parece que el colegio debe enseñar materias académicas principalmente.

Ipe, en Mis hijos mi oro, retrocede hasta su propia infancia para hablarnos de la escuela... de la que no está en contra. Es más, considera que la pregunta misma debería tener ningún sentido. (Pero hemos de reconocer, querida Ipe, que todavía lo tiene, lamentablemente).

Desde mi punto de vista la pregunta no tiene ningún sentido,o no debería tenerlo, por ejemplo yo no uso teléfono celular (móvil) y nadie me ha preguntado si estoy en contra de la invención de dichos aparatos y de su uso.
(...)
Pero sí, muchas personas piensan que al sacar a tus hijos de la escuela (o elegir no llevarlos directamente) te convierte en anti-escuela, y lo viven como un insulto. De hecho, alguna vez nos ha pasado que hemos visto peligrar nuestro trabajo por las susceptibilidades de algún funcionario de Educación. Y sin embargo yo tengo de la escuela los peores y los mejores recuerdos posibles, y estoy muy agradecida de haber ido allí, incluso en la primera experiencia, de la que salí viva de milagro. Todo aquel dolor ha cobrado sentido al permitirme escuchar mejor a los demás, haciendo el esfuerzo de comprender sus emociones.


Marta, en De cangrejos y ermitaños, hace una reflexión según ella "rápida y no muy profunda" (podríamos discrepar) y diferencia su discurso en tanto que representante de ALE de su discurso personal como madre que educa en casa:

Y aunque no puedo decir que desde el punto de vista de representante de la Asociación para la Libre Educación, me guste promover un discurso anti-escuela, y de hecho no lo hago, puedo afirmar que personalmente si lo soy. Lo soy desde que me doy cuenta que la escuela no es una necesidad de los niños, sino de los padres y de la sociedad en general. Lo soy desde que vivo día a día la experiencia “casi religiosa” de convivencia con mis hijos y verles como llegan a absolutamente cualquier cuestión que en la escuela se les programa, ellos solos, y con una emoción e intensidad, porque han sido respetados y se les ha acompañado en ese proceso, sin forzarles, absolutamente pasmosa.


Esther, de Alzar el vuelo, no es anti-escuela, pero...

La escuela en sí no tiene por qué ser mala, pero la escuela tal y como yo la conozco, tiene más contras que pros. Repito, no soy contraria a la escuela si hablo en términos generales, pero si me ciño a lo personal.... ahí cambian las cosas. Cuando ves a un hijo literalmente "apagarse"por culpa del colegio.... ya ves las cosas de otro color. Reconozco que nunca llevé a mi hijo al cole con mucho convencimiento, por eso lo tuve claro cuando me di cuenta de que realmente era un problema. Puedo decir con conocimiento de causa que la escuela mata la creatividad, agota física y mentalmente, merma el interés nato de los niños, les hace enfrentarse con actitudes de racismo, marginación y cómo no, con la ley del más fuerte...  


Mar, desde ORCA: Observar, recordar, crecer, aprender, se declara abiertamente pro-escuela:

Soy Pro-escuela.
Porque si no hubiera escuela, no se podría garantizar el derecho constitucional de los padres a elegir la mejor educación para sus hijos.

Soy Pro-escuela.
Porque hay muchos niños que se lo pasan muy bien en el colegio y pasan allí el mejor tiempo de su vida.

Soy Pro-escuela.
Porque sino, habría muchos analfabetos en el mundo y muchos niños no tendrían acceso a ningún tipo de educación.

Soy Pro-escuela.
Porque muchos profesionales hacen lo imposible para dar una educación a niños marginados y con riesgo de exclusión social.

Tenemos también una colaboración en catalán, de Sabrina en Joguines al menjador. Nos cuenta que ella misma tuvo una experiencia muy positiva en la escuela aunque ahora no lleve a sus hijas:

No se si dir-vos com hauria de ser l’escola per tal que portés les meves filles... em tractareu de boja. De fet, no portaria a les nenes, hi aniríem tots. Seria un poblat,un poblat en el que estiguessin representats quantes més professions i oficis millor (incloent-hi els treballs domèstics); on els adults estiguessin treballant al seu ritme (tranquil) i els nens (de totes les edats) campessin per on volguessin. Un poblat sense joguines ni parcs infantils, amb entorns naturals on poguessin jugar lliurement i sense perills, això si. On a cada lloc de treball, els nens disposessin d’eines a la seva mida i d’un adult amable, carinyós i pacient que respongués les seves preguntes i els ajudes a treballar amb ell si fos el seu desig, sense fer classes magistrals. Evidentment, els pares haurien d’estar en aquest poblat, treballant també, per descomptat i a l’abast dels seus fills en qualsevol moment...

Y Lau, de Enseñar a pescar (o sea, yo, aquí) también se declara anti-escuela:


Podría contar historias de auténtico terror que suceden todos los días en las escuelas. Pero lo peor es saber que a muchas madres se les rompe el corazón cada vez que han de dejar a su hijo llorando en el cole. El niño vuelve contento del cole, así que la madre se autoengaña y se dice a si misma que la profesora tiene razón: que el niño llora para hacerla sentir mal pero que, en cuanto la madre se da la vuelta, se le cambia la cara y  pasa la mañana tan feliz y tan integrado en la clase. Así que la madre piensa -o quiere pensar- que el niño va contento al cole. Pero no hay que confundir el ir con el volver...




*La próxima edición será alojada por Ketty en Mariposas Multicolores.



viernes, 8 de octubre de 2010

¿Somos anti-escuela? - Carnaval de blogs de homeschooling



Lancé la pregunta y me tuve que poner a pensar, porque a veces nos dejamos llevar por los sentimientos y, aunque eso no es malo en si mismo, no es suficiente tampoco.

Antes me gustaba decir que no soy anti-escuela pero, en algún momento en los últimos dos años, empezó a ser una mentira. Así que he dejado de decirlo.

Dicen que me he radicalizado; lo dicen, a veces, con un tono que roza el insulto, pero no insulta ni ofende quien quiere sino quien puede, y yo no me dejo. Creo, como mi querida Malvina, que en determinados asuntos no sólo es bueno y deseable radicalizarse sino que es necesario. La educación y crianza de los hijos es uno de esos asuntos.

Sigo pensando que la escolarización es aceptable cuando es consecuencia de una decisión razonada, fruto de una profunda y madura reflexión de los padres, y siempre que los niños estén bien, cosa que no siempre sucede. Sigo pensando que, por desgracia, algunos niños están mejor en el colegio que con sus propias familias; que todavía se puede estar abandonado en casa y atendido en el cole. Pero ésa no es la norma general.

Estoy convencida de que muchas de las personas que nos critican y atacan abiertamente no están haciendo nada más que aplicar la máxima de que la mejor defensa es un buen ataque. Y se defienden porque nuestra decisión cuestiona la suya propia, que quizás ha sido tan sólo fruto de la inercia o de la cobardía, en este caso da igual.

Podría contar historias de auténtico terror que suceden todos los días en las escuelas. Pero lo peor es saber que a muchas madres se les rompe el corazón cada vez que han de dejar a su hijo llorando en el cole. El niño vuelve contento del cole, así que la madre se autoengaña y se dice a si misma que la profesora tiene razón: que el niño llora para hacerla sentir mal pero que, en cuanto la madre se da la vuelta, se le cambia la cara y  pasa la mañana tan feliz y tan integrado en la clase. Así que la madre piensa -o quiere pensar- que el niño va contento al cole. Pero no hay que confundir el ir con el volver...

Me dicen que mi hijo no tendrá amigos, porque los amigos, ya se sabe, se hacen en el cole. Pero mi hijo sí tiene amigos y casi todos le dicen aquello de "jo, que suerte". Una niña de siete años me dijo una vez: "quizás tú podrías hablar con mi madre...".
De modo que sí, estoy en contra de la escuela y estoy en contra de que las madres (y los padres)  no escuchen a sus hijos. Estoy en contra del currículum impuesto, estoy en contra de los deberes, estoy en contra de los exámenes, estoy en contra del timbre, estoy en contra de sostener el sistema educativo con mis impuestos, estoy en contra de los profesores sin vocación, estoy en contra de la silla de pensar, estoy en contra de las mochilas con ocho quilos de libros y material escolar, estoy en contra de la "educación para la ciudadanía", estoy en contra de los exámenes de catalán que no son de lengua sino de ideología, estoy en contra de las notas, estoy en contra del plan de estudios de Magisterio, estoy en contra de los psicólogos escolares, estoy en contra del festival de fin de curso obligatorio, estoy en contra de las etiquetas, estoy en contra del acoso escolar, estoy en contra de que esas madres a las que se les rompe el corazón sigan pensando que no pueden hacer nada. Porque pueden.




viernes, 1 de octubre de 2010

La gente ya no se atreve






Antes, cualquiera se atrevía a pararme por la calle y soltarme un sermón sobre por qué le estoy haciendo un daño a mi hijo no llevándolo al cole y que cuándo lo iba a llevar. Me sometían a un interrogatorio para ver cómo iba a hacer amigos el niño y cómo iba a sacarse la ESO, o a ir a la universidad o para comprobar si yo estaba lo suficientemente preparada y cualificada para "darle clase". Pero, claro, es que yo no le "doy clase". Oh, y también me decían que es ilegal no escolarizar.

Pero ahora la gente ya no se atreve. O no tanto, al menos. Ahora he escrito un libro, he salido en el periódico, en el Blog Alternativo, en la Cadena Ser y hasta en la tele. En una tele nacional, nada menos. Además, tengo más de 200 fans en Facebook. Y no olvidemos que soy abogada. Supongo que todo eso impone bastante respeto.

Pienso que la gente, al menos, se está volviendo diplomática. O falsa. Que, para el caso, viene a ser lo mismo.

También pienso que habrá quien se ofenda al leer este post, porque este blog se publica automáticamente en mi muro de Facebook y, claro, en mi Facebook tengo un montón de paisanos agregados. Algunos piensan que hablo mal de ellos (una vez hubo uno que incluso imprimió determinada entrada de este blog y la paseó por ahí para demostrar que yo hablaba mal de cierta gente...). Otros piensan que con este blog, con mi libro y con mis artículos pretendo convencer a la gente de que yo estoy en lo cierto y de que los que escolarizan se están equivocando. Ciertamente, no comprendo qué hace gente como ésa leyendo un blog como éste.



Blog Widget by LinkWithin