Lo confieso: yo tengo (o tenía) fobia a las matemáticas.
Mi impresión con los profesores de mates siempre era la misma: que probablemente sabían mucho, pero que no sabían enseñar y, desde luego, si tenían alguna pasión por la materia, no conseguían transmitirla (ni siquiera demostrarla).
Las matemáticas siempre fueron algo que a mis padres parecía importarles mucho pero que, desde mi punto de vista, no tenían nada que ver con la vida real.
No tenían ninguna utilidad.
No me interesaban.
No las entendía.
No quería aprender y no quería entenderlo.
Creo que fue en quinto de EGB cuando perdí el hilo de esta asignatura. Imagínate. Aprendí algunas estrategias para ir aprobando los cursos y nada más. Suspiraba porque llegara el final de cuarto de ESO y, con él, el final de las matemáticas en mi vida. Mucho más adelante, aprendí que sí tienen alguna utilidad y que no son tan incomprensibles como yo creía de pequeña.
No quise que Damián pasara por lo mismo. Tampoco quería que viera las asignaturas (cualquiera de ellas) como algo que se estudia, algo sobre lo que se trabaja pero que no está conectado con el mundo, con la vida.
Llegamos a Kumon.
Creo que, cuando empezó, tenía poco más de dos añitos.
De Kumon sólo puedo hablar bien. Pero, para no repetirme, os remito a las entradas con la etiqueta "Kumon" de este blog.
Lo dejamos (espero que temporalmente) por varios motivos. Uno de ellos, económico.
Pero resulta que las matemáticas se aprenden usándolas, aunque no sepas cuál es el nombre técnico de lo que estás haciendo.
Jugar al parchís, comer una y contar veinte, es matemáticas.
Calcular los ingredientes para una receta es matemáticas.
Saber cuántos días faltan para tu cumpleaños es matemáticas.
Decidir cuánto dinero vas a gastarte en un helado para que te quede suficiente para un juguete es matemáticas.
Saber cuántas galletas tienes que darles a tus amigos para que todos coman lo mismo es matemáticas.
Saber qué hora es es matemáticas.
Pero resulta que las matemáticas se aprenden usándolas, aunque no sepas cuál es el nombre técnico de lo que estás haciendo.
Jugar al parchís, comer una y contar veinte, es matemáticas.
Calcular los ingredientes para una receta es matemáticas.
Saber cuántos días faltan para tu cumpleaños es matemáticas.
Decidir cuánto dinero vas a gastarte en un helado para que te quede suficiente para un juguete es matemáticas.
Saber cuántas galletas tienes que darles a tus amigos para que todos coman lo mismo es matemáticas.
Saber qué hora es es matemáticas.
3 comentarios:
Muchas gracias, Lau, ya pensaba que la gente con el veranito se iba a olvidar de las mates...pero me alegra que hayas hablado de tu deseo de que con tu hijo sea diferente.
Para mí el nunca romper la conexión que tienen con el mundo real, y buscar algo real antes de explicarlas o masacrarlas de forma abstracta es la clave, como dices, hay muchas mates en lo que nos rodea.
Besos,
silvia
Tu historia podría ser la mía. Yo me he propuesto aprenderlas a como de lugar en cuando tenga un poco más de tiempo libre. Si debo ir a kumón, para allá partiré. Me molesta no manejar las mates.
Silvia, gracias a ti por elegir este tema. Creo que es importantísimo y, sin embargo, es un asunto poco tratado en los blogs de homeschoolers. Incomprensible.
Maulina, creo que somos muchos lso que estamos igual. Habrá que ponerle remedio ;-)
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